Apreciaciones sobre el discurso de género en la obra poética de Carmen Villoro.
Miriam Susana Cervantes Munguía
“No opongo resistencia; / ha de saber la sombra que la espero,/ que he llenado de espacios este cuerpo,/ como si fuera un árbol/ sediento de aves pardas”
-Carmen Villoro
Un claro ejemplo de que el saberse mujer no implica ser feminista es la esencia de la voz poética de varias obras de Carmen Villoro. A través de sus poemas, reunidos bajo el título El tiempo alguna vez (2004), se pueden apreciar discursos que definen una entidad femenina formada, ideológicamente, como la figura de una mujer que brinda su sensibilidad en diferentes matices o roles dentro de su mundo poético.
Este trabajo parte de una posible consideración alrededor de los textos de Carmen Villoro. Tal miramiento es que, en tanto obras reunidas, se les puede considerar poseedores de la existencia de una entidad femenina común, ya que la mayoría de los poemas de Carmen Villoro son textos escritos generalmente en primera persona y esto les dota una subjetividad que presentan los discursos alrededor de los roles de la mujer. Así, podrá intuirse cómo es la opinión de la autora o de esta mujer acerca de sí misma y del mundo que la rodea.
La creación y manifestación de la percepción del mundo en una obra que pertenece a la literatura de género carecen de un método fuerte. No obstante, desde un punto de vista general, se necesita formar una versión diferente de la feminidad al rechazar los iconos impuestos y transgredir mediante otras propuestas las definiciones que son establecidas por diversas instituciones como la maternidad, la religión, el matrimonio y el gobierno. Sin embargo, la identidad femenina de Villoro se funda, primordialmente y en contra del feminismo, en reafirmar los estereotipos que marcan estas instituciones.
El estereotipo que se reitera más en estos poemas es la conciencia de responsabilidad que la maternidad trae consigo, lo cual es un acto privado que conserva la literatura intimista:
Acepto tu peso
porque mi vientre es un invernadero
de olas,
de alas,
de espuma,
del hijo que me crece
como una pulsación del universo.
(Villoro, 2004: 16)
En los poemas notamos una descripción del seno materno como un símbolo del estado deseado e híper valorado: todo sufrir es bueno por tener un hijo.
La aspiración a ser madre se puede explicar por una teoría de Sigmund Freud (2002), quien menciona que la mujer tiene envidia del hombre por la ausencia de un falo y no supera este sentimiento de inferioridad sino hasta que procrea a un hijo. A lo largo de los textos se afirma el éxito personal de la mujer a través de la maternidad:
Te compré un corpiño(…)
Fue como decirte el gozo
de que me sobrevivas,
de que el amor abreve
y no sólo el amor sino la vida
en el estanque germinal
de tu presente
(Villoro, 2004: 111)
Esta concepción, la de una madre que piensa y participa en el futuro de sus hijos mediante la marcación de roles, obedece a un deseo muy propio del rol que tiene una mujer en el matrimonio: al cuidado de sus hijos. Pero ¿este valor de madre es la única coincidencia que comparte esta entidad femenina con los valores de las otras instituciones?
En un ámbito estilístico, no hay grandes combinaciones de significados o sentidos que disfracen los papeles de la mujer como madre o como esposa. Desde el primer poema, La mujer del guerrero, la mujer asume un rol pasivo: sufre la partida del amado y espera su regreso. Es un poema donde, a pesar del amor que siente la mujer, el tiempo y el futuro están condicionados al actuar del hombre:
La mujer del guerrero
voltea al reloj de arena,
teje telares finos de lunar a lunar,
sobre la superficie de su cuerpo;
al alba espera su regreso.
(Villoro, 2004:13)
Como sabemos, el estudio de género tomó en ocasiones como base las teorías hechas por hombres y, sin duda, en el proceder creativo también hay una parte de copia que se hace a los escritores hombres. La espera y sus quehaceres, como acciones de la mujer, continúan siendo hábitos impuestos por el hombre sin una toma de conciencia por parte de la mujer.
Un requisito que se cumple en algunos discursos es el poseer un carácter intimista en algunos poemas. Varios de los poemas son discursos dirigidos a un destinatario especial:
(…)Qué poco entiendo
de aquello que se fragua
en el centro profundo de tu cuerpo.
Qué poco entiendo de futbol
Qué poco sé
de ese jugador de once años
que arde de pasión sobre la hierba.
(Villoro, 2004:110)
La mujer marca en sus hijos y su esposo comportamientos masculinos y femeninos dotando a sus personajes (emisores-receptores) con un rol de género, a través de símbolos culturales, como el “fútbol” para el hombre, y “la casa de muñecas”, para la hija.
La percepción que se tiene del ser varón o mujer y reconocer sus roles y capacidades, en el texto nos hace preguntarnos, si hay una propuesta feminista en Villoro o solamente hay una necesidad de remarcar los roles e idealizar a la mujer en la misma vieja escuela que tienen lo hombres al momento de crear.
Es de suponerse que la literatura feminista ve al momento de creación literaria como un acto ligado a la biología, el texto como un acto creado por medio de la gestación, entonces, la función biológica de la reproducción, hace corpórea la palabra escrita y se convierte a la mujer en un sujeto completo en la creación literaria. Desafortunadamente, la obra de Carmen Villoro no cumple con estos puntos y, por el contrario, promueve las mismas ideas sociales imperantes, que están lejos de ser una propuesta literaria en cuanto a trama y estilo: “Llega el sepia a las hojas. Miro en ellas el tiempo que he perdido, una mirada tuya, el beso que me diste” (Villoro, 2004:77). Unido a la creación de modelos de mujer que recibe acciones de otra persona y generalmente sólo actúa mientras refuerza su papel, hay personajes femeninos que responden a verdaderas etiquetas en estos poemas: la mujer santa, emprendedora, viajera, casada, que también forman parte de la búsqueda de identidad.
La figura de la mujer en estos trabajos es una mujer que carece de una personalidad desafiante para los estatutos. Villoro profundizó en la actitud femenina que plasma a la mujer como deseante y al hombre como deseado, llevando al hombre al lugar poético que tradicionalmente le ha correspondido a la mujer. Lamentablemente, sus discursos de la rutina evidencian que los trabajos de la autora también fortalece las marcas de roles, pues la mujer, además de no ser la deseada se vuelve aun más pasiva.
El erotismo, la maternidad y las sensaciones que el personaje desempeña en tanto mujer, están presentes. No obstante, el discurso de Carmen Villoro no corresponde a la multiplicidad, innovación, y explicación de los textos femeninos, con su estética radical de género, aunque sí hay una marca femenina, sus textos no logran causar un caos en los estereotipos durante su lectura o difusión:
Esta mujer que soy
mira tu cuerpo y se pregunta
si la vida es el árbol de venas
que nos crece por dentro
o la laguna quieta
que sólo presentimos(…)
(Villoro, 2004:92)
En este poema, podemos observar a la mujer como un ser que contempla. Esa misma vacilación la lleva a perder en parte su identidad como mujer de estereotipo y redime su posición como el ser que busca definirse. No obstante, por el carácter intimista que presenta gran parte de su obra, notamos que la pregunta se dirige a un ser que comparte varios sentimientos con ella; es decir, le está preguntando a su pareja qué es lo que debe sentir. Muestra a un personaje que incluso debe preguntar, cuando toma otros discursos, cuál es el modo más apropiado de actuar.
En todos los poemas, sólo es posible notar que los poemas están enunciados a manera de monólogo, pues ella toma el poder de todo tipo de control diegético y poético en la obra. Esto causa que no exista otro discurso que oponga diferentes puntos de vista sobre el rol del personaje tal y como se esperaría a partir de la posible polifonía que propuso Bajtin (2003). Pero esta idea contraria no es necesaria porque la visión de ella como mujer es la misma que está instituida. Esto termina por causar que el yo esté limitado a un yo mujer o a un yo madre y no a un yo persona, pues no logra desprenderse de estos roles ni ofrece un contrapunto.
La reacción de los medios de comunicación contra la lucha del feminismo tradicional para la igualdad de las mujeres es una tendencia que Carmen Villoro sigue, lo que causa que olvide o deslinde en sus maneras de crear y por poseer un objetivo totalmente distinto, la redisposición del feminismo para enfrentarse a la realidad del patriarquismo inamovible y la marginación de la mujer. El tema central es el de la identidad el reconocimiento como “mujer” y no como persona. Pues reduce de nuevo la identidad al indeterminismo biológico de género.
Villoro no aporta nada a la dignidad femenina, y nos presenta una idea retrograda, pero que no está del todo suprimida, pues con el posmodernismo el avance feminista ha retrocedido demasiado.
En el libro El Tiempo Alguna Vez, no se ve el mundo desde una perspectiva en la que se exista como ser vivo o como ciudadano y, aunque cumple con algunos puntos de la teoría feminista, no se puede considerar vanguardista, ni propositiva en absoluto. Pues no da respuesta a los problemas de discriminación sexual, ni prima a las mujeres de situaciones reales, por el contrario las prima de modelos femeninos mediante una representación simbólica de la realidad.
La obra de Carmen Villoro no cumple con un trabajo reactivo de género, y por el contrario promueve las mismas ideas comerciales y frágiles, que están lejos de ser una propuesta literaria en cuanto a trama, y, aunque tiene la representación de muchos roles, tampoco cumple con algunas formalidades como la polifonía, sus poemas son monótonos, sencillos, sin contenido profundo y lineales, por lo tanto tampoco hay una propuesta estilística que pudiera beneficiar realmente a la teoría de género..
Freud, Sigmund (2002). Introducción al psicoanálisis. México: Porrúa, 423pp.
Bajtin, Mijail (2003). Algunos problemas de la poética de Dostoievski, México: FCE, 400pp.
Villoro, Carmen (2004). El tiempo alguna vez, México: FCE, 126pp.
“No opongo resistencia; / ha de saber la sombra que la espero,/ que he llenado de espacios este cuerpo,/ como si fuera un árbol/ sediento de aves pardas”
-Carmen Villoro
Un claro ejemplo de que el saberse mujer no implica ser feminista es la esencia de la voz poética de varias obras de Carmen Villoro. A través de sus poemas, reunidos bajo el título El tiempo alguna vez (2004), se pueden apreciar discursos que definen una entidad femenina formada, ideológicamente, como la figura de una mujer que brinda su sensibilidad en diferentes matices o roles dentro de su mundo poético.
Este trabajo parte de una posible consideración alrededor de los textos de Carmen Villoro. Tal miramiento es que, en tanto obras reunidas, se les puede considerar poseedores de la existencia de una entidad femenina común, ya que la mayoría de los poemas de Carmen Villoro son textos escritos generalmente en primera persona y esto les dota una subjetividad que presentan los discursos alrededor de los roles de la mujer. Así, podrá intuirse cómo es la opinión de la autora o de esta mujer acerca de sí misma y del mundo que la rodea.
La creación y manifestación de la percepción del mundo en una obra que pertenece a la literatura de género carecen de un método fuerte. No obstante, desde un punto de vista general, se necesita formar una versión diferente de la feminidad al rechazar los iconos impuestos y transgredir mediante otras propuestas las definiciones que son establecidas por diversas instituciones como la maternidad, la religión, el matrimonio y el gobierno. Sin embargo, la identidad femenina de Villoro se funda, primordialmente y en contra del feminismo, en reafirmar los estereotipos que marcan estas instituciones.
El estereotipo que se reitera más en estos poemas es la conciencia de responsabilidad que la maternidad trae consigo, lo cual es un acto privado que conserva la literatura intimista:
Acepto tu peso
porque mi vientre es un invernadero
de olas,
de alas,
de espuma,
del hijo que me crece
como una pulsación del universo.
(Villoro, 2004: 16)
En los poemas notamos una descripción del seno materno como un símbolo del estado deseado e híper valorado: todo sufrir es bueno por tener un hijo.
La aspiración a ser madre se puede explicar por una teoría de Sigmund Freud (2002), quien menciona que la mujer tiene envidia del hombre por la ausencia de un falo y no supera este sentimiento de inferioridad sino hasta que procrea a un hijo. A lo largo de los textos se afirma el éxito personal de la mujer a través de la maternidad:
Te compré un corpiño(…)
Fue como decirte el gozo
de que me sobrevivas,
de que el amor abreve
y no sólo el amor sino la vida
en el estanque germinal
de tu presente
(Villoro, 2004: 111)
Esta concepción, la de una madre que piensa y participa en el futuro de sus hijos mediante la marcación de roles, obedece a un deseo muy propio del rol que tiene una mujer en el matrimonio: al cuidado de sus hijos. Pero ¿este valor de madre es la única coincidencia que comparte esta entidad femenina con los valores de las otras instituciones?
En un ámbito estilístico, no hay grandes combinaciones de significados o sentidos que disfracen los papeles de la mujer como madre o como esposa. Desde el primer poema, La mujer del guerrero, la mujer asume un rol pasivo: sufre la partida del amado y espera su regreso. Es un poema donde, a pesar del amor que siente la mujer, el tiempo y el futuro están condicionados al actuar del hombre:
La mujer del guerrero
voltea al reloj de arena,
teje telares finos de lunar a lunar,
sobre la superficie de su cuerpo;
al alba espera su regreso.
(Villoro, 2004:13)
Como sabemos, el estudio de género tomó en ocasiones como base las teorías hechas por hombres y, sin duda, en el proceder creativo también hay una parte de copia que se hace a los escritores hombres. La espera y sus quehaceres, como acciones de la mujer, continúan siendo hábitos impuestos por el hombre sin una toma de conciencia por parte de la mujer.
Un requisito que se cumple en algunos discursos es el poseer un carácter intimista en algunos poemas. Varios de los poemas son discursos dirigidos a un destinatario especial:
(…)Qué poco entiendo
de aquello que se fragua
en el centro profundo de tu cuerpo.
Qué poco entiendo de futbol
Qué poco sé
de ese jugador de once años
que arde de pasión sobre la hierba.
(Villoro, 2004:110)
La mujer marca en sus hijos y su esposo comportamientos masculinos y femeninos dotando a sus personajes (emisores-receptores) con un rol de género, a través de símbolos culturales, como el “fútbol” para el hombre, y “la casa de muñecas”, para la hija.
La percepción que se tiene del ser varón o mujer y reconocer sus roles y capacidades, en el texto nos hace preguntarnos, si hay una propuesta feminista en Villoro o solamente hay una necesidad de remarcar los roles e idealizar a la mujer en la misma vieja escuela que tienen lo hombres al momento de crear.
Es de suponerse que la literatura feminista ve al momento de creación literaria como un acto ligado a la biología, el texto como un acto creado por medio de la gestación, entonces, la función biológica de la reproducción, hace corpórea la palabra escrita y se convierte a la mujer en un sujeto completo en la creación literaria. Desafortunadamente, la obra de Carmen Villoro no cumple con estos puntos y, por el contrario, promueve las mismas ideas sociales imperantes, que están lejos de ser una propuesta literaria en cuanto a trama y estilo: “Llega el sepia a las hojas. Miro en ellas el tiempo que he perdido, una mirada tuya, el beso que me diste” (Villoro, 2004:77). Unido a la creación de modelos de mujer que recibe acciones de otra persona y generalmente sólo actúa mientras refuerza su papel, hay personajes femeninos que responden a verdaderas etiquetas en estos poemas: la mujer santa, emprendedora, viajera, casada, que también forman parte de la búsqueda de identidad.
La figura de la mujer en estos trabajos es una mujer que carece de una personalidad desafiante para los estatutos. Villoro profundizó en la actitud femenina que plasma a la mujer como deseante y al hombre como deseado, llevando al hombre al lugar poético que tradicionalmente le ha correspondido a la mujer. Lamentablemente, sus discursos de la rutina evidencian que los trabajos de la autora también fortalece las marcas de roles, pues la mujer, además de no ser la deseada se vuelve aun más pasiva.
El erotismo, la maternidad y las sensaciones que el personaje desempeña en tanto mujer, están presentes. No obstante, el discurso de Carmen Villoro no corresponde a la multiplicidad, innovación, y explicación de los textos femeninos, con su estética radical de género, aunque sí hay una marca femenina, sus textos no logran causar un caos en los estereotipos durante su lectura o difusión:
Esta mujer que soy
mira tu cuerpo y se pregunta
si la vida es el árbol de venas
que nos crece por dentro
o la laguna quieta
que sólo presentimos(…)
(Villoro, 2004:92)
En este poema, podemos observar a la mujer como un ser que contempla. Esa misma vacilación la lleva a perder en parte su identidad como mujer de estereotipo y redime su posición como el ser que busca definirse. No obstante, por el carácter intimista que presenta gran parte de su obra, notamos que la pregunta se dirige a un ser que comparte varios sentimientos con ella; es decir, le está preguntando a su pareja qué es lo que debe sentir. Muestra a un personaje que incluso debe preguntar, cuando toma otros discursos, cuál es el modo más apropiado de actuar.
En todos los poemas, sólo es posible notar que los poemas están enunciados a manera de monólogo, pues ella toma el poder de todo tipo de control diegético y poético en la obra. Esto causa que no exista otro discurso que oponga diferentes puntos de vista sobre el rol del personaje tal y como se esperaría a partir de la posible polifonía que propuso Bajtin (2003). Pero esta idea contraria no es necesaria porque la visión de ella como mujer es la misma que está instituida. Esto termina por causar que el yo esté limitado a un yo mujer o a un yo madre y no a un yo persona, pues no logra desprenderse de estos roles ni ofrece un contrapunto.
La reacción de los medios de comunicación contra la lucha del feminismo tradicional para la igualdad de las mujeres es una tendencia que Carmen Villoro sigue, lo que causa que olvide o deslinde en sus maneras de crear y por poseer un objetivo totalmente distinto, la redisposición del feminismo para enfrentarse a la realidad del patriarquismo inamovible y la marginación de la mujer. El tema central es el de la identidad el reconocimiento como “mujer” y no como persona. Pues reduce de nuevo la identidad al indeterminismo biológico de género.
Villoro no aporta nada a la dignidad femenina, y nos presenta una idea retrograda, pero que no está del todo suprimida, pues con el posmodernismo el avance feminista ha retrocedido demasiado.
En el libro El Tiempo Alguna Vez, no se ve el mundo desde una perspectiva en la que se exista como ser vivo o como ciudadano y, aunque cumple con algunos puntos de la teoría feminista, no se puede considerar vanguardista, ni propositiva en absoluto. Pues no da respuesta a los problemas de discriminación sexual, ni prima a las mujeres de situaciones reales, por el contrario las prima de modelos femeninos mediante una representación simbólica de la realidad.
La obra de Carmen Villoro no cumple con un trabajo reactivo de género, y por el contrario promueve las mismas ideas comerciales y frágiles, que están lejos de ser una propuesta literaria en cuanto a trama, y, aunque tiene la representación de muchos roles, tampoco cumple con algunas formalidades como la polifonía, sus poemas son monótonos, sencillos, sin contenido profundo y lineales, por lo tanto tampoco hay una propuesta estilística que pudiera beneficiar realmente a la teoría de género..
Freud, Sigmund (2002). Introducción al psicoanálisis. México: Porrúa, 423pp.
Bajtin, Mijail (2003). Algunos problemas de la poética de Dostoievski, México: FCE, 400pp.
Villoro, Carmen (2004). El tiempo alguna vez, México: FCE, 126pp.
No hay comentarios:
Publicar un comentario